Sabías que yo era una chica con los labios besados, que era demasiado loca y divertida, que me puedo derrumbar de un momento a otro, pero que en menos de una décima de segundo me da ese ataque de felicidad que me cambia el día.
Sabías que no le tengo miedo a la vida porque había aprendido a reírme de ella. Que si lloro es porque quería, no porque me hubiesen hecho daño.
Sabías que tenía miedo a las alturas porque más de una vez había estado a tres metros sobre el cielo y había acabado estrellandome contra el suelo.
Sabías que mis sueños se habían roto mil veces y que había dedicado las noches frescas de verano a unir los pedazos.
Que nada ni nadie consigue nunca borrarme la sonrisa jodidamente perfecta de la cara.
Sabías que mi mundo empezaba en las nubes y acababa en las estrellas.
Sabías que era todo lo contrario a vos, que era como las locuras de los sábados por la noche, que yo ni si quiera me preocupo por el presente, mientras que vos vivís planeando tu futuro y recordando tu pasado. Vos sos el sur y yo hacía mucho que había perdido el norte, y aunque lo sabías, ahí estabas, mirándome como idiota, enamorándote un poco de mi.
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